Cuento en verso de cierta catarsis
¡El mapa no decía nada! Entonces caminando por la cuadra fui con aquella anciana. Ella desde ya unos metros que me miraba de reojo, con su arrugada cara, y moviendo los párpados de sus pequeños ojos, ladeaba de arriba abajo su nariz aguzada. Lucía vieja y desdeñada, llevaba la apariencia de quien la atención no atrae nada, mas así como estaba yo todavía no la conocía como para juzgarla, ¡y allí, a ella me aproximé y le pregunté cómo podía volver a mi casa! ¡Oh, viejita, si tú supieras cómo volver a la tuya, ya lo habrías hecho! Y si así fuera, yo no te vería a esta altura, de tu vida de largo trecho; esas razones le planteaba a mi ser, sin buen argumento. Entonces la anciana con rostro de benevolencia permanente, cuando le pregunté, dijo al momento: "Pequeña criatura, no deberías quedarte en tan mal cuento; te diré cómo huir de este sueño..." "... Camina con seguridad hacia la esquina, por la cuadra, al llegar arriba de esa subida, verás una camioneta blanca. Te acerca