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Mostrando las entradas de octubre 6, 2020

Carta en verso a una desilusión

  ¿Por qué te imaginé con brillantinas, oh sueño adictivo? En una única viñeta, en mi mente de fantasías Los libros llenarán ese desconocimiento mío... El paso del tiempo me dará otro motivo... Para encontrar un recuerdo viejo, y rescatarlo del olvido Hará un despertar en el yo desamparado, por actual malaventura, acerca de desilusiones de antaño Si en el cofre de la mente siempre guardamos, ¿por qué el sufrir es inevitable, repitiéndose el mismo dolor humano? ¿Qué prevalece, luego de un fuego ilusorio de la vida? Montones de cenizas, cuyas llamas se han esfumado con su energía Con las que garabatearé mi cara triste y limpia Y poder pasear a la luz del día... ... anunciando mi momentánea desdicha, en silencio, pero con el rostro pintado de desilusiones finitas. **¡No te derrumbes!

El lobo y la calandria (Cuento)

Estaba sentado el viejo lobo, en la misma roca de siempre, con las patas delanteras bien ubicadas y los hombros caídos; mirándose el reflejo en el agua del lago artificial, en la reserva donde vivía. Taciturno; así lo describía su amiga la calandria, quien voló desde el nido de su árbol a una piedrecita cerca de él. -Hoy también estamos pensativos.-Dijo la avecilla. -¿Quién es él?-Preguntó Félix, mirando su reflejo. El pobre lobo Félix padecía de una pérdida de la memoria constantemente, que iba en un deterioro progresivo por su avanzada edad. Los colmillos se le habían caído; el pelaje perdió su suavidad y era todo pinchoso como gris descolorido. Y en su malestar, sucedía que al día siguiente se olvidaba de qué había hecho o hablado el día anterior. O incluso momentos antes. No podía mantener conversaciones, ni mantenerse casi en pie. Por eso mismo, el solitario, no tenía más amigos. -Oh, no importa quién sea, salvo que está ahí. -No lo entiendo. Está ahí sin ser.-Se confundía más el

Poema de la paz en las rimas

Melodía que entonan los niños en el patio,  seguida por caricias como elogio de agrado Todavía te alojas en su canto,  y un día nostalgia te vuelves con el paso de los años Qué buen puente es la rima,  que involucra palabras de nociones distintas, ¡pues qué parecido tienen las sílabas! Son una acertada analogía con la familia Pues todo se conecta y anida en la misma ramilla Cuya madera fortalece al puente,   el que une ciudades que lo fabrican, obtenida de la mismita arboleda de la vida, ¡donde un tronco a lo lejos se ve como astilla! Allí se alberga la quietud y armonía No es secreta,  siempre está a la vista No se crea ni imita, ¡sino que te invita! Es la maravilla de la paz, anunciada en la poesía.

Carta en verso de una crítica

  "Cien años yo te esperaría...", dicen ciertos jóvenes creyéndolo "¡guau!". Aquellos que apenas conocen las palabras de verdad, pues pareciera que ladraran al azar. Y qué gracia da, se olvidan en tres días... Sólo comprometen a la mente, imaginativa, será... Porque el tiempo que conozco es otro, real. Yo nunca podría recorrer cien años de longevidad. Y si todavía llegara a esa edad... ¡Ni de forma física o mental! Yo no te esperaría jamás.

Carta en verso a un sueño que olvidó

  Quisiera.... ... confrontar tus ojos y decirte todas mis dudas; por ser curioso, comprobar tus actitudes presentes. ... siquiera estar allí, donde te encuentres, para también hacer imaginarias las futuras. Pero desde mi solitaria duna, opté ser fuerte. Dije adiós a tu figura. Y  desde entonces la arena viene y se acumula, no es mala suerte,  ¿será que tu llanto llega, deshidratado, a sedimentarse con mi junta? Desearía haber podido sincerarme, sin perder la ternura. Haberte dado a entender mi rotundo rechazo hacia tu ente. "Lástima", última palabra tuya ¿O era "Lastima"? Mi honestidad, tan bruta, no siguió aquella estructura. Y no lo haría, nunca. Porque así soy, diferente. Ya no vengas hacia mí, no hay fortuna alguna. Siempre seré fiel al habla que me mueve. En este sitio ya no llueve, y como defensa,  si un día aquí vienes y deambulas: Por sentido común, como a mi carne nunca fuiste uña, te empujarán lejos tormentas del desierto. Lejos de aquí, para hacia mí enm

Carta en verso de una hoja rasgada de su diario

  Ayer se levantó, vi cómo inspiró y posó sus pies en el piso frío. Me sorprendió que se quejara, pues tenía sus plantas cálidas gracias al cobijo. No sólo fue al baño, sino que fue a ver cómo estaba también mi hermano; lo despertó, era en la mañana, temprano, y sonriendo le dio un mandado. Mi hermano rezongó, lo había despertado de un buen sueño, pero yo estaba viviendo el comienzo de un anhelado deseo. Él prefería quedarse en su mundo astral, por eso no se enteraba al menos, de que se había levantado por fin el enfermo, en nuestro sitio real. Ha pasado poco más de un año desde esos grandes malos momentos, todavía se está recuperando, tiene sus cortos lapsos de sufrimiento. Yo hoy en día tengo una gratitud que me ha dejado sin aliento, porque he gritado para adentros míos que nada es eterno. No sólo habla; grita, se enfada; dice cuánto nos ama y abraza. Yo quería apostar por creer en la esperanza, a pesar de sentirme apartado de Dios en mi espiritualidad mediocre. Ahora creo que nunca

Carta en verso de una depresión observada

  No le apetece hoy, siente que debe recostarse mirando al techo. Y a su lado voy... teniendo en mente que quizá mañana no se levante del lecho. Le doy la mano, no tiene energía en el cuerpo, no quiere saber nada de nadie. ¿Y yo qué soy, si no puedo ayudarle? Le hablo y su mirada ida dice que ya es tarde. Aún conservo la esperanza, de que algún día su alma baje; me explique por qué nunca llegó su bonanza, ese dulce brebaje. Y que le quite ese sudor frío de la frente, con caricias suaves. Confortándome con que todo estará bien, que ya volará libre como un ave. No entiendo por qué le han dado esta jaula, y le castigaron con cuidarme. El gato le espabila a veces, le maulla, o se sienta en su estómago a lamerse el pelaje; pero cuando lo ve, logra que se espante dando sollozos punzantes, y el felino corre. Es que no es lo mismo que antes, ahora todo le es gris, no ve colores. Un día estará bien, sentirá que puede moverse con ligeros pies; seguro que fuerza tendrá también, levantará pesas de

Poema infantil "La gata Pía"

  Poema infantil LA GATA PÍA  La gata Pía toma sol en la ventana, Mi tía, la olvidadiza, la llama: "¡Hola, Mía! ¡Qué guapa!" Y le rasca la pancita, de buena gana Un día, la gata Pía no estaba Asustada se hallaba Carmelita, la nena de la casa ¿Dónde se escondía Pía, acurrucada? ¡Pues en la bolsita de comida, la golosa gata! Mimosita duerme la gata Pía,  En los pies de su ama, acurrucadita ¡Y a la mañana la despierta a su mamita! Dando brincos en su espalda y cabecita Se lo dedico a la tímida Pía, que vive en mi casa, y que ha dejado su huellita felina en mi corazón. 

Poema a los adornos heredados

  Un perrito con ojos a medio pintar, en la cómoda de mi abuela. Un animalito falto de ojos, sin pupilas par; en la biblioteca de mis acuarelas. Una doncella de uñas color rojo, labios rosados y sombrerito de tela. Una porcelana suave como cereza, al cuello un moño. Colores en el blanco que todavía ve la nieta. Otro adorno que atesora, un imán del viaje a Inglaterra. En la heladera lo acompaña uno de moras, sostiene un dibujito de la nena. Cuánto creciste, si te veo ahora; despediste el gorrito amarillo, tejido por ella. Mientras que tú egresabas de la tierra; me acongoja no haberte dado un diploma. Pensando en  Telma .

Carta en versos desprolijos

Tengo un enojo tan disparejo, hace que quiera cubrirme la cara con un oscuro velo. Apretar los párpados y de la noche ser el centro. Que nada vea este mal momento. Qué celos tan feos. Inseguridad que te ocultas, puedes salir por las ventanas. Marrones, y por negras pestañas enmarcadas. Derritiéndote como hielo al sol, acariciando las mejillas de un ser llorón. Qué fragilidad de jarrón. Tengo un gusto por hacer énfasis,  en dolores que quizás no padezco. Como si mi corazón sufriera parálisis, y me aconsejara comprobar que no he muerto. Qué sentimiento tan feo. Confundo mucho de aquello que no proceso, creo ver bastante, pero sólo oigo cada vez menos; lástima que sean proyecciones desapegadas de los hechos. Qué cabeza de pájaro que tengo. Tengo tanto para dar, y cuando lo digo me retuerzo, porque en el fondo sé muy bien que no es cierto. Qué poca voluntad, reconozco que no tengo fuerza, como para andar ofreciendo el ánimo del ser sin consuelo. Qué hipócrita soy en mi frialdad, ojalá se d

Cuento en verso de una última confesión

  "Gracias a tu buen sentido nos hemos perdido, se nota que de ellos no eres hijo; pues hermano querido no existe, con muestras de cariño; a menos que en genes sea ajeno, distinto". Una mirada que notaba desdén calcinaba mis mejillas, pues, ¡qué vergüenza la mía!, al tratar así a mi compañía. Al volante hizo lo que podía, el que era mi hermano, una mañanita, en la que me llevaba al campamento de verano. En el viaje mi enojo aumentaba, ¡por su culpa llegaría tarde! Miraba los camiones, por la ventanilla, tan raudos; entonces sin querer solté que mejor se orientaba nuestro padre... Y hablando de sangre, en plena ruta le confesé que era adoptado. El huérfano, me sonrió por última vez antes de colicionar el auto; ya que, para la muerte , todos son hijos de un fulano. ¡Todo tiene su momento!