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Poema a su ensombrecido corazón

  Un silencio mortal inundaba, la oscuridad en las paredes del corazón; y en sus lágrimas unos ojos muertos, dolorosos, derramaban una triste canción. Le rogó al viento palabras, flechazos al aire con su ton y son, y mordiéndose el amor se guardó la esperanza, a un castillo lejano la confinó. Estás aquí en este oscuro cuarto, tan lejano como la luz del sol; rompí puertas y colmillos para el paso abrir, como no escuché el canto, al ir por el sendero de tu música, le pedí a la musa del milagro, un corazón para ti. Leí que te ibas, leí que ya estabas; al lado de la cama, lista para sellar el sueño y firmar una postal, en tinta azul, así que vine, ¡por fin! y te dije que, querida, estoy aquí. Salí del libro, de las páginas me fui; soy el héroe bendito, y quería, conocer a la autora que hizo de mí. Y bendita, la autora, lo sean su vida y escritos. Imaginando, se salvó por poco, del desespero infinito.

Poema descorazonador

  Te sonrojaste, muchacha, adulada por un lisonjero; y lleno de esperanza, hechizado fue por un "te quiero". Creyó escribir en tu cuaderno, creyó ser dueño de tinta y pluma; te sonrojaste, muchacha, y de una flor sin púas, llamada Lisonja, cortaste el tallo al medio. Se portó traviesa, lo trató como quien va y antoja; la máscara que aquel besa, simplona es como armadura, de taimada portadora de orejas y cola. ¡Ay! No le arranques los sueños, no le arranques la fortuna; ¡te sonrojaste una vez!, muchacha, y se derritió aquel como espuma. ¡Pues! Quítale todo, muchacha, la fortuna y la lisonja; que aprenda a no embelesarse él, con coqueta astucia.

SENRYū

 En primavera a grises melodías era tu siervo

Perla encerrada (Cuento)

 Del escritorio de Perla. "...Fuera de estas oficinas hay un pasillo. Detrás de la computadora, sentada, doy ojeadas a la puerta cuando se abre; se ve que hay una luz diferente allí. Desde aquí se nota que es de otro color, más amarilla, da la impresión de que es más cálida incluso. Cuando mis colegas ventilan las oficinas del olor a cigarro, que incluye la mía, se ve que allí hay unas cortinas verdes que van y vienen. Tiene ventanas; e imagino que cuando las cortinas bailan, es porque el sonido de las aves puede filtrarse al pasillo, entre aquellas. Cuando el ruido de las teclas no me perfora las orejas, ni choca con los modestos pendientes que cuelgan de ellas, que sucede cuando bebo el café, me abstengo de pensar y escucho; puedo escuchar apenas, un cotorreo, o uno que otro pajarito, en el inmenso silencio vocal de las oficinas. Sin los aretes puestos, el maquillaje debido, o la sonrisa, escucho gritos. Y es entonces que prefiero no objetar y amargarme entre las teclas, aunque

Un gatito de Navidad (Cuento)

 Mérida tenía un gatito llamado Navidad. Fue en la víspera de la festividad que lo encontró por las calles, entonces no dudó ni un momento en llevarlo a casa. Sus ojos eran de un color ámbar amarillento, como los de un par de cascabeles; tenía un maullido muy agudo, su pelaje era completamente blanco y se le volvía esponjoso por su volumen. El gatito Navidad tenía ocho años de vida ya, cuando Mérida lo adoptó. Le resultaba extraño el cambio, de tener que alimentarse con aves o ratones, a comer una comida artificial, con delicioso aroma; o de recibir baños; o la novedad de dormir en una calentita cama, en compañía de su dueña, en vez de acurrucarse bajo un auto o entre los matorrales menos fríos. Navidad no era arisco con los humanos, más bien era mimoso, pero nunca había sido adoptado por uno. Mérida lo cuidó mucho, lo domesticó para volverse un gato casero; con el tiempo, Navidad ya no perseguía a las aves o ratones que se le cruzaban; tampoco le parecía acogedor un matorral, o debajo

"Tristeza" (Cuento: microrrelato)

 Más allá de la montaña Enojo, se esconde un prado; se llama Tristeza, pero los viajeros suelen llamarlo Alegría; quizá Alegría porque tuvieron que escalar una montaña de piedras filosas y por fin pueden descansar allí, en su tersa vegetación, alegres de encontrarlo. Pero como el río de Enojo pasa por Tristeza, se sigue llamando así ya que de lejos parece que la montaña llora.

Poema a Dora (David Copperfield)

  La noche te lleva; lejos, muy lejos; a una ínsula de ciruelos, y orquídeas perladas en amarena. Antes de que brilles, luciérnaga; y de mostrarte seas, recóndita por el cielo, titila en tu lecho, ¡susúrrame!, desde tu almohada, palabras que no puedas, por más que sea ameno, llevarte contigo a las nubes. La noche te lleva; lejos, muy lejos; más allá del mar, más allá de los sueños. Por eso duerme; mientras pintan tus bucles, en el lienzo de mi pecho, arremolinadas olas; y que animadas choquen, como multitudes locas, contra la quilla, de tu navío, que en lontananza se despide, y no vuelve por más que le implores. La noche te lleva; lejos, oh, muy lejos; como si desde el amanecer, a donde vas, oyera dibujarse en mis latidos, la brecha de un abismo. Antes de que el aliento, ¡frágil e inaudito!, a silbidos lo sueltes sin enmiendo; y velo, ¡antes!, por tu espíritu; inquieto vaya, y que revolotee, entre palomas de plata retenido. La noche te lleva; lejos, muy lejos; como si del infinito, cel

Poema al doloroso amor

Al amor opaco, que profesabas, y servías del canasto, a los álamos de tu senda. A ese amor que por grisáceo, febril, terco y engreído; que por mínimo que fue, de terco y opaco teñido, por vencido se dio como ves; al paco, en el gris, de tus pupilas sin vida, y al espíritu, en gélido viento, sin un cuerpo que lo reclame, porque le ha perdido. Al dolor clandestino, que en diálogos te disfraza de maldiciente; a ese finito, que al vicio atañe, y en las venas funde somníferos, como si te cantara para dormir, con sutileza diurna, cruel y mortífero. ¡No más digo! Que si no se distrae, que si vivo te toma, por sorpresa o durmiendo, bajo los laureles del domingo, ¡No más digo! Que el corredor más digno, no es el que llega a la meta, sino, quien por vencido, no se dio, y tomó cuenta, de que a la vuelta, podía seguir mirando un cielo, sin ser parte de él. ¡Que no más te digo! De que si eres terco, y un día te vuelves opaco, o sufriendo, te haces el engreído; no más digo, que te tomo la palabra, e

Conceptos: ¿Qué es el HAIKÚ?

  El  haiku  (o haikú) es una variante poética que tiene origen en Japón . Su presentación consiste de una pequeña estrofa caracterizada por su estructura de tres versos. Los versos en un haiku NO deben rimar , y deben de tener una suma total de diecisiete (17) sílabas en su métrica. El haiku, por esencia , está escrito para aludir a una estación del año, que generalmente es el otoño (pero puede aludir a cualquiera de las cuatro). ~El haiku no incluye el uso de verbos , generalmente (otras reglas podrán admitir su uso, ya que no está muy bien definido). ~El haiku se construye SIN comas y puntos . ~ Los versos deben ordenarse por una secuencia descendente , desde el primer verso, de cinco (5), al segundo de siete (7), y al tercero de cinco (5) sílabas sumando las diecisiete (17) en su métrica. ~El primer verso debe ser una alusión a la naturaleza (relacionada a una de las cuatro estaciones del año). Los o tros dos versos siguientes deben describirse como  imágenes sensoriales. ~No se

Carta en verso a una desilusión

  ¿Por qué te imaginé con brillantinas, oh sueño adictivo? En una única viñeta, en mi mente de fantasías Los libros llenarán ese desconocimiento mío... El paso del tiempo me dará otro motivo... Para encontrar un recuerdo viejo, y rescatarlo del olvido Hará un despertar en el yo desamparado, por actual malaventura, acerca de desilusiones de antaño Si en el cofre de la mente siempre guardamos, ¿por qué el sufrir es inevitable, repitiéndose el mismo dolor humano? ¿Qué prevalece, luego de un fuego ilusorio de la vida? Montones de cenizas, cuyas llamas se han esfumado con su energía Con las que garabatearé mi cara triste y limpia Y poder pasear a la luz del día... ... anunciando mi momentánea desdicha, en silencio, pero con el rostro pintado de desilusiones finitas. **¡No te derrumbes!