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Carta en versos desprolijos

Tengo un enojo tan disparejo, hace que quiera cubrirme la cara con un oscuro velo. Apretar los párpados y de la noche ser el centro. Que nada vea este mal momento. Qué celos tan feos. Inseguridad que te ocultas, puedes salir por las ventanas. Marrones, y por negras pestañas enmarcadas. Derritiéndote como hielo al sol, acariciando las mejillas de un ser llorón. Qué fragilidad de jarrón. Tengo un gusto por hacer énfasis,  en dolores que quizás no padezco. Como si mi corazón sufriera parálisis, y me aconsejara comprobar que no he muerto. Qué sentimiento tan feo. Confundo mucho de aquello que no proceso, creo ver bastante, pero sólo oigo cada vez menos; lástima que sean proyecciones desapegadas de los hechos. Qué cabeza de pájaro que tengo. Tengo tanto para dar, y cuando lo digo me retuerzo, porque en el fondo sé muy bien que no es cierto. Qué poca voluntad, reconozco que no tengo fuerza, como para andar ofreciendo el ánimo del ser sin consuelo. Qué hipócrita soy en mi frialdad, ojalá se d

Cuento en verso de una última confesión

  "Gracias a tu buen sentido nos hemos perdido, se nota que de ellos no eres hijo; pues hermano querido no existe, con muestras de cariño; a menos que en genes sea ajeno, distinto". Una mirada que notaba desdén calcinaba mis mejillas, pues, ¡qué vergüenza la mía!, al tratar así a mi compañía. Al volante hizo lo que podía, el que era mi hermano, una mañanita, en la que me llevaba al campamento de verano. En el viaje mi enojo aumentaba, ¡por su culpa llegaría tarde! Miraba los camiones, por la ventanilla, tan raudos; entonces sin querer solté que mejor se orientaba nuestro padre... Y hablando de sangre, en plena ruta le confesé que era adoptado. El huérfano, me sonrió por última vez antes de colicionar el auto; ya que, para la muerte , todos son hijos de un fulano. ¡Todo tiene su momento!

De una ramita (Cuento)

  Existe cierto pueblito llamado Chayla, que habita en cada uno de nosotros; muy, muy dentro nuestro. Cada casita tiene el retrato de una flor distinta, en vez de una placa con la numeración. La gente usa ropas coloridas siempre, y es ley cantar a los extranjeros que visiten el pueblo, y que ellos canten una canción. Un día llegó un flautista al pueblo, desamparado de un hogar y errante, con una última esperanza teniéndolo en pie. Fue bien recibido con una canción que había escrito una joven llamada Castalia, una dulce cantautora de ojos almendrados y rizos color miel. El alcalde del pueblo dio la señal, y todos los presentes cantaron al compás de un aplauso, alegrando al flautista ¡cuán bien recibido fue! El flautista se llamaba Adir, y era un joven alto, de traje azul, y nariz extravagante. La gente del pueblo cantó y esperó que el flautista hiciera lo mismo. -Me disculpo...-Comenzó a decir Adir- pero mi voz es la melodía de la flauta, que no se compara a todas sus magníficas voces a

Conceptos: ¿Qué es el SENRY ū?

 Según un fragmento de Wikipedia, " es una forma corta de poesía japonesa .".  La poesía japonesa es un  arte misterioso... y no hay un acuerdo muy claro en reconocer sus reglas de un modo general. Otro fragmento de Wikipedia indica que "... el senryū s e centra en la existencia humana , incluyendo a menudo  humor negro  y  cinismo  sobre las miserias mundanas.". Para hacer una comparación más orientativa, el senryū es un estilo de poesía japonesa muy similar al haikú en su escueta estructura y la carencia de rima . A diferencia del haikú, el senryū es mucho más flexible en cuanto a sus reglas en temática y uso de las palabras. Su construcción consiste en una corta estrofa de tres versos, o líneas, que deben dar un total de diecisiete (17) sílabas a la hora de realizar la métrica del poema. Un senryū puede contener verbos, adjetivos, sustantivos... Con ellos formar imágenes sensoriales, metáforas, hasta reflexiones de la vida humana, o cómo se la percibe . También

Poema del perdiguero

Te dejaste un puñal olvidado, en el hogaño de este pecho; y en el lecho de tu brial, dejé caricias sin remuerdo. Te dejaste una quemadura, en la bruma del recuerdo; discuerdo de si la escura, permuta ardor por incienso. Te dejaste la sonrisa, que flordelisa al indefenso; la dejaste benevolente e inofensiva, marchitándose en mis tiestos. Te dejaste en los rizos, los mimos de un presunto; y dejaste que se opaquen, con el aleteo de tu vuelo. Te dejaste en la deriva, un desamparado buscándote; busca una perdiz blanca, bajo el cielo nocturno.

Carta en verso a una melancólica resignación

Se acabó todo, ¿por qué respiré estos años? Ahora en el polvo me convierto, en hechos, en el pasado. Mi corazón no puede asimilarlo, y el tiempo del reloj no me alcanza. Alguien, ¡quien sea!, entregue esta carta. Que me olvide de todo, ¿por qué luché estos meses? Si el mundo se descose; una y otra vez, la aguja se enhebra. Para que el calor se pierda, qué sobrantes abrigos se tejen. Dejo mi firma, punto final, que se termina la cuerda. Qué despedida inmoral, ay, qué buen sueño me espera. Me queda dejar todo, ¿por qué viví estos días? Cuando beber agua quería, el desierto se hacía presente, con sus cenizas. Y si intentaba a una manzana dejarle mordida; los frutos se iban, huidizos como palomas en el ambiente. Fugaz como estrella peregrina... Te fuiste, oh vida, de este cuerpo inerte.

Cuento en verso de un catión

  Quiero contemplar de nuevo tu belleza, entender que no existe otra musa con tu luz. Tengo un romance por escribir en tu novela. Vamos de la mano, que en la portada figura nuestra actitud. Uno poco a poco nuestros cuadros, si se funden bien tal vez parezcan una misma obra. Tengo pensado la música y los cantos; para encajar en tu vida; oh, tu morada cautelosa. Debo recitarte... Versos que te gusta que te cante. Un parpadeo suave, y esos ojitos oscuros que fulminan... Y   yo no sé a dónde arrojé la vida. Mi pecho palpita, grita que es tu alegre víctima... ¿No lo sabes? Qué respuesta tan sencilla. ¡Porque así eres, mi dicha! Te contemplo y te me haces vitamina. Cálida, ¡guardas mi amor y con ternura lo abrigas! Oh, a tu lado, ¿qué infusión de "te quiero" se enfría? ¡Para mí tú siempre brillas! Y aunque no sonrías, siempre te verás muy bonita. Oh, belleza de ideas, y tus azucaradas palabras que contagian... bizarra energía.

Cuento en verso del vagabundo desafortunado

  Un tipo lastimero que miraba el río, allí su bufanda se le había caído. Iba por la costa caminando; mirando la arena, con los pies mojados. Como la fortuna lo traía mal ubicado, se preguntó por qué seguía perdido. Dando un giro, trató de volver sobre sus pasos. Pero el agua borró las huellas de él mismo. "¡Ay, luna, baja la marea nocturna! ¿O te crees dueña de mi camino? El agua anhela cenizas de mi urna, y yo aquí discutiendo contigo." "¡Oh, desafíenme, tú y el río! Incluso, si quieres, trae a más amigos. Pero yo les digo, en nombre de mi amada... ¡Alma que no descansa es la del peregrino!" "Oh, pon en mi contra al cielo... Que las nubes lloverán sobre cada huerto. Oh, pon de tu lado al viento... Que si giran los molinos no me muero. Oh, ¡vamos!, pon el odio en mi sombra de viajero... Que llegaré al podio, usándolo como amuleto."

SENRY ū

   La hoja blanca   polvo en los colores   pintar se le olvida. 

SENRY ū

   Blanca paloma   nido de cuentos  árboles de plata