De una ramita (Cuento)
Existe cierto pueblito llamado Chayla, que habita en cada uno de nosotros; muy, muy dentro nuestro. Cada casita tiene el retrato de una flor distinta, en vez de una placa con la numeración. La gente usa ropas coloridas siempre, y es ley cantar a los extranjeros que visiten el pueblo, y que ellos canten una canción. Un día llegó un flautista al pueblo, desamparado de un hogar y errante, con una última esperanza teniéndolo en pie. Fue bien recibido con una canción que había escrito una joven llamada Castalia, una dulce cantautora de ojos almendrados y rizos color miel. El alcalde del pueblo dio la señal, y todos los presentes cantaron al compás de un aplauso, alegrando al flautista ¡cuán bien recibido fue! El flautista se llamaba Adir, y era un joven alto, de traje azul, y nariz extravagante. La gente del pueblo cantó y esperó que el flautista hiciera lo mismo. -Me disculpo...-Comenzó a decir Adir- pero mi voz es la melodía de la flauta, que no se compara a todas sus magníficas voces a