Un gatito de Navidad (Cuento)
Mérida tenía un gatito llamado Navidad. Fue en la víspera de la festividad que lo encontró por las calles, entonces no dudó ni un momento en llevarlo a casa. Sus ojos eran de un color ámbar amarillento, como los de un par de cascabeles; tenía un maullido muy agudo, su pelaje era completamente blanco y se le volvía esponjoso por su volumen. El gatito Navidad tenía ocho años de vida ya, cuando Mérida lo adoptó. Le resultaba extraño el cambio, de tener que alimentarse con aves o ratones, a comer una comida artificial, con delicioso aroma; o de recibir baños; o la novedad de dormir en una calentita cama, en compañía de su dueña, en vez de acurrucarse bajo un auto o entre los matorrales menos fríos. Navidad no era arisco con los humanos, más bien era mimoso, pero nunca había sido adoptado por uno. Mérida lo cuidó mucho, lo domesticó para volverse un gato casero; con el tiempo, Navidad ya no perseguía a las aves o ratones que se le cruzaban; tampoco le parecía acogedor un matorral, o debajo