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Carta en verso a un sueño que olvidó

  Quisiera.... ... confrontar tus ojos y decirte todas mis dudas; por ser curioso, comprobar tus actitudes presentes. ... siquiera estar allí, donde te encuentres, para también hacer imaginarias las futuras. Pero desde mi solitaria duna, opté ser fuerte. Dije adiós a tu figura. Y  desde entonces la arena viene y se acumula, no es mala suerte,  ¿será que tu llanto llega, deshidratado, a sedimentarse con mi junta? Desearía haber podido sincerarme, sin perder la ternura. Haberte dado a entender mi rotundo rechazo hacia tu ente. "Lástima", última palabra tuya ¿O era "Lastima"? Mi honestidad, tan bruta, no siguió aquella estructura. Y no lo haría, nunca. Porque así soy, diferente. Ya no vengas hacia mí, no hay fortuna alguna. Siempre seré fiel al habla que me mueve. En este sitio ya no llueve, y como defensa,  si un día aquí vienes y deambulas: Por sentido común, como a mi carne nunca fuiste uña, te empujarán lejos tormentas del desierto. Lejos de aquí, para hacia mí enm

Carta en verso de una hoja rasgada de su diario

  Ayer se levantó, vi cómo inspiró y posó sus pies en el piso frío. Me sorprendió que se quejara, pues tenía sus plantas cálidas gracias al cobijo. No sólo fue al baño, sino que fue a ver cómo estaba también mi hermano; lo despertó, era en la mañana, temprano, y sonriendo le dio un mandado. Mi hermano rezongó, lo había despertado de un buen sueño, pero yo estaba viviendo el comienzo de un anhelado deseo. Él prefería quedarse en su mundo astral, por eso no se enteraba al menos, de que se había levantado por fin el enfermo, en nuestro sitio real. Ha pasado poco más de un año desde esos grandes malos momentos, todavía se está recuperando, tiene sus cortos lapsos de sufrimiento. Yo hoy en día tengo una gratitud que me ha dejado sin aliento, porque he gritado para adentros míos que nada es eterno. No sólo habla; grita, se enfada; dice cuánto nos ama y abraza. Yo quería apostar por creer en la esperanza, a pesar de sentirme apartado de Dios en mi espiritualidad mediocre. Ahora creo que nunca

Carta en verso de una depresión observada

  No le apetece hoy, siente que debe recostarse mirando al techo. Y a su lado voy... teniendo en mente que quizá mañana no se levante del lecho. Le doy la mano, no tiene energía en el cuerpo, no quiere saber nada de nadie. ¿Y yo qué soy, si no puedo ayudarle? Le hablo y su mirada ida dice que ya es tarde. Aún conservo la esperanza, de que algún día su alma baje; me explique por qué nunca llegó su bonanza, ese dulce brebaje. Y que le quite ese sudor frío de la frente, con caricias suaves. Confortándome con que todo estará bien, que ya volará libre como un ave. No entiendo por qué le han dado esta jaula, y le castigaron con cuidarme. El gato le espabila a veces, le maulla, o se sienta en su estómago a lamerse el pelaje; pero cuando lo ve, logra que se espante dando sollozos punzantes, y el felino corre. Es que no es lo mismo que antes, ahora todo le es gris, no ve colores. Un día estará bien, sentirá que puede moverse con ligeros pies; seguro que fuerza tendrá también, levantará pesas de

Poema infantil "La gata Pía"

  Poema infantil LA GATA PÍA  La gata Pía toma sol en la ventana, Mi tía, la olvidadiza, la llama: "¡Hola, Mía! ¡Qué guapa!" Y le rasca la pancita, de buena gana Un día, la gata Pía no estaba Asustada se hallaba Carmelita, la nena de la casa ¿Dónde se escondía Pía, acurrucada? ¡Pues en la bolsita de comida, la golosa gata! Mimosita duerme la gata Pía,  En los pies de su ama, acurrucadita ¡Y a la mañana la despierta a su mamita! Dando brincos en su espalda y cabecita Se lo dedico a la tímida Pía, que vive en mi casa, y que ha dejado su huellita felina en mi corazón. 

Poema a los adornos heredados

  Un perrito con ojos a medio pintar, en la cómoda de mi abuela. Un animalito falto de ojos, sin pupilas par; en la biblioteca de mis acuarelas. Una doncella de uñas color rojo, labios rosados y sombrerito de tela. Una porcelana suave como cereza, al cuello un moño. Colores en el blanco que todavía ve la nieta. Otro adorno que atesora, un imán del viaje a Inglaterra. En la heladera lo acompaña uno de moras, sostiene un dibujito de la nena. Cuánto creciste, si te veo ahora; despediste el gorrito amarillo, tejido por ella. Mientras que tú egresabas de la tierra; me acongoja no haberte dado un diploma. Pensando en  Telma .

Carta en versos desprolijos

Tengo un enojo tan disparejo, hace que quiera cubrirme la cara con un oscuro velo. Apretar los párpados y de la noche ser el centro. Que nada vea este mal momento. Qué celos tan feos. Inseguridad que te ocultas, puedes salir por las ventanas. Marrones, y por negras pestañas enmarcadas. Derritiéndote como hielo al sol, acariciando las mejillas de un ser llorón. Qué fragilidad de jarrón. Tengo un gusto por hacer énfasis,  en dolores que quizás no padezco. Como si mi corazón sufriera parálisis, y me aconsejara comprobar que no he muerto. Qué sentimiento tan feo. Confundo mucho de aquello que no proceso, creo ver bastante, pero sólo oigo cada vez menos; lástima que sean proyecciones desapegadas de los hechos. Qué cabeza de pájaro que tengo. Tengo tanto para dar, y cuando lo digo me retuerzo, porque en el fondo sé muy bien que no es cierto. Qué poca voluntad, reconozco que no tengo fuerza, como para andar ofreciendo el ánimo del ser sin consuelo. Qué hipócrita soy en mi frialdad, ojalá se d

Cuento en verso de una última confesión

  "Gracias a tu buen sentido nos hemos perdido, se nota que de ellos no eres hijo; pues hermano querido no existe, con muestras de cariño; a menos que en genes sea ajeno, distinto". Una mirada que notaba desdén calcinaba mis mejillas, pues, ¡qué vergüenza la mía!, al tratar así a mi compañía. Al volante hizo lo que podía, el que era mi hermano, una mañanita, en la que me llevaba al campamento de verano. En el viaje mi enojo aumentaba, ¡por su culpa llegaría tarde! Miraba los camiones, por la ventanilla, tan raudos; entonces sin querer solté que mejor se orientaba nuestro padre... Y hablando de sangre, en plena ruta le confesé que era adoptado. El huérfano, me sonrió por última vez antes de colicionar el auto; ya que, para la muerte , todos son hijos de un fulano. ¡Todo tiene su momento!

De una ramita (Cuento)

  Existe cierto pueblito llamado Chayla, que habita en cada uno de nosotros; muy, muy dentro nuestro. Cada casita tiene el retrato de una flor distinta, en vez de una placa con la numeración. La gente usa ropas coloridas siempre, y es ley cantar a los extranjeros que visiten el pueblo, y que ellos canten una canción. Un día llegó un flautista al pueblo, desamparado de un hogar y errante, con una última esperanza teniéndolo en pie. Fue bien recibido con una canción que había escrito una joven llamada Castalia, una dulce cantautora de ojos almendrados y rizos color miel. El alcalde del pueblo dio la señal, y todos los presentes cantaron al compás de un aplauso, alegrando al flautista ¡cuán bien recibido fue! El flautista se llamaba Adir, y era un joven alto, de traje azul, y nariz extravagante. La gente del pueblo cantó y esperó que el flautista hiciera lo mismo. -Me disculpo...-Comenzó a decir Adir- pero mi voz es la melodía de la flauta, que no se compara a todas sus magníficas voces a

Conceptos: ¿Qué es el SENRY ū?

 Según un fragmento de Wikipedia, " es una forma corta de poesía japonesa .".  La poesía japonesa es un  arte misterioso... y no hay un acuerdo muy claro en reconocer sus reglas de un modo general. Otro fragmento de Wikipedia indica que "... el senryū s e centra en la existencia humana , incluyendo a menudo  humor negro  y  cinismo  sobre las miserias mundanas.". Para hacer una comparación más orientativa, el senryū es un estilo de poesía japonesa muy similar al haikú en su escueta estructura y la carencia de rima . A diferencia del haikú, el senryū es mucho más flexible en cuanto a sus reglas en temática y uso de las palabras. Su construcción consiste en una corta estrofa de tres versos, o líneas, que deben dar un total de diecisiete (17) sílabas a la hora de realizar la métrica del poema. Un senryū puede contener verbos, adjetivos, sustantivos... Con ellos formar imágenes sensoriales, metáforas, hasta reflexiones de la vida humana, o cómo se la percibe . También

Poema del perdiguero

Te dejaste un puñal olvidado, en el hogaño de este pecho; y en el lecho de tu brial, dejé caricias sin remuerdo. Te dejaste una quemadura, en la bruma del recuerdo; discuerdo de si la escura, permuta ardor por incienso. Te dejaste la sonrisa, que flordelisa al indefenso; la dejaste benevolente e inofensiva, marchitándose en mis tiestos. Te dejaste en los rizos, los mimos de un presunto; y dejaste que se opaquen, con el aleteo de tu vuelo. Te dejaste en la deriva, un desamparado buscándote; busca una perdiz blanca, bajo el cielo nocturno.