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Poema de la nona

  Ya despertó reposando en un almohadón de plumas, otro día sus ojos se abrían mirando un polvoriento suelo. Ya tomó un baño en aguas frías con su piel desnuda. Y se sumergió en termas cálidas con luminosas burbujas, suspiró conclusa "¿qué más quiero?" Ya conoció el rugir del estómago; y se ha saciado con manjares de gente selecta. Ya lució finuras coloridas, cuan hermoso ópalo; y se vistió con harapos, exponiendo su cuero a ser piedra Ya bebió de aguas escasas que no saciaban su sed; y se ha embriagado con el aroma de infusiones deliciosas Sí importa qué ocurrió en el ayer, sí sabe lo que es arar en tierra difícil, la nona.

Poema a la despedida de Laura

  ¡Vengan corceles de entre la bruma! Vengan a llevársela al paraíso; cardíaco dolor sufre esta exalumna, llora su muerte conocida que la quiso. De esa noche a la tarde del domingo, ninguno dormirá sin gota de amargura. Llora una familia el delantal de tu cariño; llora una escuela tu ternura. Partiste entre el silencio, a los cincuenta y pico; el sábado anunció tu sepultura. Llora el atardecer conmigo, lloran tus hijos y nieto sin mesura. Tus últimas esperanzas estuvieron, nefastos nervios y operaron el intestino; Anestecia inmunda; ¡ay!, siempre que recuerdo,  te veo de pie llevando el té y mate cocido. Te tapabas la cara al reír, entre cabellos rojos parecidos a peluca, y que nunca filtrabas un chiste sinvergüenza; lloran los niños sin tu alma de regaliz, y llora el carrito de la merienda. A Laurita, que en paz descanse.

Poema a la nostalgia de un adiós

  Mi niña llorona, entonas la canción de día; tranquila llega la noche, a tus rubores de melancolía. Mi niña de matices tristes, grisácea de porfías; sombrío aire respira tu tabique, que trasluces como cristalizada, -entre suspiros- a alguien extinguirse. Mi niña bien vestida de lana, manta de polillas irse en vuelo; ovejero soy que ladra sin rebaño, clamando un avecilla para tus ramas. Mi niña de cuentos de fábula, fogata incendiaria de bosques; acampa aquí esta noche, acampa aquí hasta la mañana. Ay, mi niña celeste, de pestañas blancas, y aromas campestres. Ay, mi niña venerada, ojalá tú existieras; ojalá tú amaras. Ay, mi niña estatua, muda y fría piedra; ¡ojalá tú amaras!, ojalá el vivir te quisiera. Ay, mi niña soñada; ojalá tú no fueras, ojalá tú amaras; ay, mi niña de lágrimas, ojalá no fueras quien se muere. Ay, mi niña ártica; ojalá fueras providente, y el sol te quemara; ojalá tú revivas, ojalá tú amaras.

Cuento en verso de una picadura

  "¡Escuchen; damas y caballeros! Aquí está mi amigo don Pedro Les relatará, flotando sobre ese techo, cómo fue atacado por un aguijón de insecto. Disculpen que esté amarrado como globo al puesto, no queremos que vuele lejos. ¡Sí, sé que les sorprende, yo tampoco lo entiendo! Pero escúchenlo al sujeto" Y así narraba, avergonzado, el pobre Pedro que levitaba entre humo:  "¡Oh, si conocieran la magia, no se meterían ni con el insecto más minúsculo!  Porque no fue el gas de alguna bebida agria; tampoco un espectro de otro mundo, ¡sino que fue un billywig de Australia, rondando por mi abrumador cielo nocturno!"   Continuó describiendo a su atacante, el hombre levitando en su sitio:  "... Ojos grisáceos como la roca humeante, piel recubierta por intenso azul zafiro . Es una bestia con alas sobre la cabeza, mide poco más de un centímetro. Cuídense de estos mortales a diestra y siniestra, porque sólo necesitan de un pinchazo mínimo..."  Despidiéndose habló el abe

Poema "No Offline"

  No te desconectes,  quedémonos hasta las tres "a.m".  No te desconectes, que la idea de bloquearte vuelve,  da enojo tener que olvidarte.  Así que no te desconectes,  y cuéntame cómo, cuándo... toda la noche.

Cuento en verso de un sacrificio sordo

  Más lo leo y menos me gusta. Narra hechos que me asustan. Es el cuento de una niña muda, que se comunica con una tumba. La lápida le habla de amores, cuyos dolores son justificados. La joven criatura no entiende abstracciones, pero cree que debe quedársele al lado. Pues allí yace alguien importante, que por sobre todo la ha amado. No se trata de más ni menos que un pariente, cuya sangre heredó la ternura de ya ocho años. Más indago, y peor se torna la cosa. Pues la muerte suya fue algo tortuosa, ¡y además de eso, fue culpa de la mocosa! Que se quedó sin palabras al verle caer sin vida en la baldosa . Dedicado a la palabra juvenil que cae en oídos de adultos sordos.

Cuento en verso de un día común de la musa Clío

  Hoy les traigo un mito muy alegre, así que acomódense con un café caliente, porque tendrán que estar despiertos para el deleite. ¡No quiero ninguna bella durmiente presente! Y un día cantaba así, la musa de largo cabello: "No necesito que sus ojos estén abiertos; sino los oídos al tanto de mi enérgico y prudente canto. Quiero que den un paso adelante los guerreros, de esta multitud aquí reunida a la orilla del lago". Y cuando contó siete jóvenes valerosos,  ciñó la armadura a su cintura de delicado torso, para elevar así  el tono de su voz cual rugido de oso: "¡Enhorabuena, ocho seres partiremos allá a vencer! El dragón cada día sacrifica a más víctimas, y sus familias, la desgracia ya no deberán perecer a su merced". Entonces Clío acompañó a los héroes, que librarían al pueblo: "¡Oh, guerreros, denme su atención un momento! Estamos cerca de la guarida del despiadado, si no quieren más tragedias, escúchenme con cuidado." A lo lejos se oía la furia del in

Cuento en verso a los educadores

  Y es que ese día alguien le dijo "te vi brillar en lo alto", cuando nadie tenía ojos más que para lucir lentes hermosos. El pintorcito no sabía que conocerían su mundo extraño, porque él siempre vio a la humanidad egoísta, cavando sus propios pozos. Pero sucedió y a la petición accedió; aquel pintaba en el mural unas lindas azucenas, la directora de la escuela estaba maravillada con el estudiante. Le gritó, temiendo de que se cayera: "¡me encanta, agrégale una fuente!" Y el jovencito terminó las flores, faltándole la fuente de aguas claras; la directora sosteniendo la escalera a él le alentaba, con mil amores. Dio unas marcas, el pulso no le temblaba, y bosquejó una cara sonriente. Pintó otro buen rato, sin dudar de si su corazón le aconsejaba lo conveniente. Cuando sus pies tocaron el suelo, la directora lagrimeaba a consciencia. Y alzando los brazos le exclamó al pintorcito, muy contenta: "¡No lo compares con  una cascada, ni con los mares de todo el planet

Poema del paisajista anciano

  Si en caprichos no anduviera, mi buen espíritu de niño, bien pudiera sentirme senil, y al frío recubrir mi arrugada tela. Seré persona longeva, mas resistiendo cruel filo, soy cuerda que desata, el cielo-tierra en mí unidos. Un último deseo de tata; que es sólo, ¡lo único! que quiero, usar la poca viveza que tengo en lata, y regarte un jardín de lirios. No te faltarán en mi ausencia, legados y dolorosos vestigios, que en compañía de dos naturalezas, creerás cruel un mundo que te es benigno. Al aliento sin fuerza, cuya extrañeza te traiga ido, lo llamarás suspiro. Y al domador siéndole fiera,  que el verte llorar será su castigo, lo llamarás amigo. Con la poca vida que me queda, y la cabeza florecida en blanco hilo, ten un obsequio sin envoltorio ni tarjeta; un paisaje en flor de pétalos coloridos, y no te entristezca el pórtico de casa.