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Poema a la señorita mayor

  Sonaba un cascabel, y un jilguero se posó en tu cuna; llamó a los ángeles esa vez, tarareándoles que aprendan de ti, relucir su talento con soltura. Picoteó la baranda, y una risita se le escapó al alelí; una Aurora nacía al alba, y de dones no la había que bendecir. Princesa hermana, de mil talentos traslaticios al arte; haces de tu sonrisa la causa, ay, finura de facción afable, de transformar al color en dulce pastel. Poco suave es mostrarme tan ufana, de ser pariente de talento andante; hace mucho tiempo de que eres humana, hace dieciocho años que ya no eres ángel. Se prepara la orquesta, mientras cae el mantel; cubiertos en la mesa, y qué sinfonía de chinchines. ¡Feliz Cumple! (05/09/2020)

Poema a la nostalgia de un adiós

  Mi niña llorona, entonas la canción de día; tranquila llega la noche, a tus rubores de melancolía. Mi niña de matices tristes, grisácea de porfías; sombrío aire respira tu tabique, que trasluces como cristalizada, -entre suspiros- a alguien extinguirse. Mi niña bien vestida de lana, manta de polillas irse en vuelo; ovejero soy que ladra sin rebaño, clamando un avecilla para tus ramas. Mi niña de cuentos de fábula, fogata incendiaria de bosques; acampa aquí esta noche, acampa aquí hasta la mañana. Ay, mi niña celeste, de pestañas blancas, y aromas campestres. Ay, mi niña venerada, ojalá tú existieras; ojalá tú amaras. Ay, mi niña estatua, muda y fría piedra; ¡ojalá tú amaras!, ojalá el vivir te quisiera. Ay, mi niña soñada; ojalá tú no fueras, ojalá tú amaras; ay, mi niña de lágrimas, ojalá no fueras quien se muere. Ay, mi niña ártica; ojalá fueras providente, y el sol te quemara; ojalá tú revivas, ojalá tú amaras.

Poema de la paz en las rimas

Melodía que entonan los niños en el patio,  seguida por caricias como elogio de agrado Todavía te alojas en su canto,  y un día nostalgia te vuelves con el paso de los años Qué buen puente es la rima,  que involucra palabras de nociones distintas, ¡pues qué parecido tienen las sílabas! Son una acertada analogía con la familia Pues todo se conecta y anida en la misma ramilla Cuya madera fortalece al puente,   el que une ciudades que lo fabrican, obtenida de la mismita arboleda de la vida, ¡donde un tronco a lo lejos se ve como astilla! Allí se alberga la quietud y armonía No es secreta,  siempre está a la vista No se crea ni imita, ¡sino que te invita! Es la maravilla de la paz, anunciada en la poesía.

Poema "No Offline"

  No te desconectes,  quedémonos hasta las tres "a.m".  No te desconectes, que la idea de bloquearte vuelve,  da enojo tener que olvidarte.  Así que no te desconectes,  y cuéntame cómo, cuándo... toda la noche.

Poema Mi triste corazón

    Te vi nacer de mis sueños con premura a tu llegada y en mis labios sonaba una canción; me di ayer una tortura en las llagas, y desde enero mis garabateados brazos claman a gritos tu amor. Te vi partir con dolor una madrugada y en la barriada ya no canta el gorrión, me dije ayer ¡ya vendrá mañana! y donde voy sólo siento morir mi triste corazón. Te escribí doce sonetos ¡muchísimas! cartas de perdón no te di la Luna, no descendí a ti el precioso Sol, mi dinero ni una estrella te compró, y la dignidad insípida la desprendí de mí, como ceniza sobre una urna, junto con mi triste, mi triste corazón. Te vi sufrir como ninguna, pedí un milagro de vida para tu terrible dolor, y la realidad tan dura desprendió de aquí ¡tus ojitos lindos! tus bellos ojos de Orión. Pensando en Puppie.

Poema del espantapájaros

    ¡Vete, vete de su terreno! Fecundo y de él digno, cuyos frutos dulcísimos, no probarán tu veneno. ¡Vete hoy mismo! De su jardín pionero; que los portales te sean enemigos, de hogares desbordantes en helechos. ¡Fuera, sombra de carnero!, plaga de recuerdos en ponzoña, amenaza latente de espíritu atascadero; palabrera obnubilada por escoria. ¡Vete, vete de su esmero! El que aguarda su colonia; las cálidas chimeneas de invierno, y los bulliciosos veranos en la costa. ¡Que te vayas de su vista! Si la  desilución le destroza; dijiste ser moza, mujer selectiva. Tan hermosa cativa y fina boca, ocultaba daga en filo provista. ¡Vete, vete de su terrenal vida! ¿Que no ves las espinas que solloza?, clavadas en piel de amante deshojado. Y que por llenar tu cáliz plateado, casi se nos va él, con viento en popa, al descanso eterno en tu sanguinario rosal.

Poema de la prometida

  El dulzor de la dorada miel, y los fuegos artificiales que brillan, titilan en corto circuito con mi ser, e intento modelar la idea como arcilla. Pues no sé si suave o delicado, qué efusivo o si eriza la piel; leo "beso" en el papel, acontece tierno diálogo, y no sé, no sé al libro comprender. ¿Se les hará agua la boca, a ellos -los amantes- por conocer su nitidez? No sé, no sé si el alias les apasiona, como el aroma del mejor tentempié. El encanto de la mejilla apretada, por despedirse o decir "hola", y el calorcito que a veces emana; sé de ese casto beso común como norma. No sé; no sé si por mi vida enana, o lo asocial de mí en pasada historia; no sé si soy yo, que un problema ata, que ignoro a qué ha de saber esa gloria. Mocito, de quien mi pensar se desvela; no sé si cuando te conozca tú disculparas, porque no sé si a veneno de hiedra, o al caramelo. ¡No sé, no sé a qué sabe un beso!

Poema a su sirena del dolor

Mi musa tiene nombre y apellido; surcando los mares se la oye, entre la serenidad del crujido de olas flotando su navío con la guía de una estrella flamante. Divina flor que desconoce los cantares, ella exhorta a las voces; son voces frágiles, nacidas del barroco, de un océano invicto de aires melancólicos; el azul oscuro las reluce en destellos y las presume en el reflejo de las estelas graduales. Las burbujas saben de ellas, hermanas se llaman entre sí como sinuoso al perfume, y se reconocen en las playas de la tierra como al carbón pariendo diamante. Le brillan los iris de sus ojos, y la seda de sus labios ruge alegrías de ensoñación constante. Musa de apariencia frígida, mirando al cielo te conviertes en la pintura de los cielos y mares de mi alcoba. Musa, que eres mía e invisible a los pedestales de gentes caóticas. Que nunca te conocen, y tú traduces lo que me inspiras en el arte de mis frágiles manos. Musa divina e intachable, ¡pensada! para tu poeta descarado dame un soplo de t

Poema a Dora (David Copperfield)

  La noche te lleva; lejos, muy lejos; a una ínsula de ciruelos, y orquídeas perladas en amarena. Antes de que brilles, luciérnaga; y de mostrarte seas, recóndita por el cielo, titila en tu lecho, ¡susúrrame!, desde tu almohada, palabras que no puedas, por más que sea ameno, llevarte contigo a las nubes. La noche te lleva; lejos, muy lejos; más allá del mar, más allá de los sueños. Por eso duerme; mientras pintan tus bucles, en el lienzo de mi pecho, arremolinadas olas; y que animadas choquen, como multitudes locas, contra la quilla, de tu navío, que en lontananza se despide, y no vuelve por más que le implores. La noche te lleva; lejos, oh, muy lejos; como si desde el amanecer, a donde vas, oyera dibujarse en mis latidos, la brecha de un abismo. Antes de que el aliento, ¡frágil e inaudito!, a silbidos lo sueltes sin enmiendo; y velo, ¡antes!, por tu espíritu; inquieto vaya, y que revolotee, entre palomas de plata retenido. La noche te lleva; lejos, muy lejos; como si del infinito, cel